martes, 7 de septiembre de 2010

Dioses Estériles


La rata inmune
Sin objetar lo suyo ni lo ajeno
Diagramó sus pretensiones
Y –esto quedó muy claro-
No habría corcel danzando
Soberbio, encascabelado,
capaz de eludir la ceremonia.

Vistiendo el mismo trapo
Arremetió contra los mismos muertos
(y los decapitados)
sin otros temores que no fuesen
los estrictamente programados
con fines de no faltar a su promesa.

Al eco abandonado
A su suerte
Le cuelgan plumas del grotesco
Último recado y resuena pálido
en el vano de la escalera

Es el desfile de los rezagados
Cruzando los pasillos transparentes,
Codeándose. Advirtiendo
Un pomposo final.

Allende el agujero
Se agazapan las memorias
Y sus copias
“y las copias de las copias…”
Porfiando ser originales:
“Legítimas hijas de los Dioses”

-“no me engañan”-
El roedor sentencia.
Y se las devora
Mucho antes
Que su sombra esboce.

Paradigmas de la inexistencia
En un bigote almibarado.
El ignoto persiste en alcanzar la cumbre.
Lo atosiga
Su propósito de inmortalidad
No obstante haber sido deglutido
Sin haber sido jamás.

No se puede echar de menos
La luminiscencia
Donde siempre fue tiniebla.
Y las moscas ni siquiera son molestas
Donde no hay.

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